lunes, 14 de enero de 2013

Las últimas huellas









El cielo, la roca, el aire, han  formado una membrana áspera que absorbe la sangre. La vida queda en los valles, donde la lluvia, el viento y el sol  son siempre capaces de derretir la nieve.  Permanecen durante un breve periodo de tiempo  los ojos secos y fijos,  mientras el cuerpo cambia y vibra con fuertes patas de insecto agitadas por el viento. Las últimas huellas sujetan la ascensión a la cumbre arrancado grandes pedazos de piedra cuyas oquedades permanecerán  allí durante siglos. El descenso del nuevo animal será ligero, veloz y aún más silencioso. Confundido, hambriento, torpe aún en el uso de sus miembros mirará ferozmente la tierra, y, antes de empezar  a buscar aquello que pueda servirle de alimento, sus nuevos ojos se hundirán en un infinito de pequeñas cosas a las que poder amar.





2 comentarios:

Diario de un hombre muerto dijo...

SEÑOR MARCHANTE SU EXTRAORDINARIA SENSIBILIDAD
ME TIENE ADMIRADO.

Francisco Marchante dijo...

...me saca usted los colores...pero me alegra mucho que le lleguen así mis pequeñas cosas...