El cielo, la roca, el aire, han formado una membrana áspera que absorbe
la sangre. La vida queda en los valles, donde la lluvia, el viento y el sol son siempre capaces de derretir la nieve. Permanecen durante un breve periodo de tiempo los ojos secos y fijos, mientras el cuerpo cambia y vibra con fuertes patas
de insecto agitadas por el viento. Las últimas huellas sujetan la ascensión a
la cumbre arrancado grandes pedazos de piedra cuyas oquedades permanecerán allí durante siglos. El descenso del nuevo
animal será ligero, veloz y aún más silencioso. Confundido, hambriento, torpe aún
en el uso de sus miembros mirará ferozmente la tierra, y, antes de empezar a buscar aquello que pueda servirle de alimento,
sus nuevos ojos se hundirán en un infinito de pequeñas cosas a las que poder
amar.
2 comentarios:
SEÑOR MARCHANTE SU EXTRAORDINARIA SENSIBILIDAD
ME TIENE ADMIRADO.
...me saca usted los colores...pero me alegra mucho que le lleguen así mis pequeñas cosas...
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