Hoy el cielo está diferente y la piel respira con la sensación
imprecisa de algo enorme que acabara de
pasar. El amarillo de los campos permanece o, más bien, insiste en su color. También
los insectos, todos, están ahí. No hay duda. Todo está en su sitio. No hay
ninguna razón para regresar.
Sin embargo, en ese instante, todo ser humano ha
desaparecido de la tierra. Nada cambia y el paseo de hoy será exactamente igual
que el de siempre: con pasos diminutos caminará como si nunca hubiera existido
nadie, ni ella misma, concentrándose en cada imagen y encontrando un lugar sumergido
en cada rincón que alcancen sus pies.
El diario que cada día la acompaña está en blanco. Jamás
escribe nada en él. Sale con la intención de intentar describir lo que ve, de
trazar un poema de algún instante, pero nunca encuentra ni una sola palabra
viva que pueda alcanzar sus pasos. Sin embargo lo intenta, como si al hacerlo
se estuviera grabando en el papel alguna clase de escritura invisible, tan
diminuta y concentrada que quedara perezosa y casualmente enganchada en los entresijos de la misma
materia.
Aunque su diario no contuviera ni una sola palabra escrita, confiaba en que alguien sensible
fuera capaz de leerlo. Pero ni siquiera el mayor poeta de la época fue capaz de
percibir nada entre sus páginas.
Aquella noche, mientras aun zumbaba débilmente en sus oídos el vuelo de los espíritus animales, supo que ya
no existía el camino de vuelta a casa. Se sintió calmada. Las briznas de hierba
revoloteaban cerca de sus manos como una extraña piel de erizo mientras una
nueva clase de silencio la envolvía en el latido del firmamento. En aquel momento el diario llegó a
su fin y escapó de sus dedos como si nunca hubiera estado allí.
Como un lejano recuerdo de un mundo que acaba de olvidarse para siempre.
4 comentarios:
Un gigante; usted.
JC
Gracias...
Saludos y todo mi afecto. Siempre.
SU PINCEL ES UN POETA.
SU PINCEL ES UN POETA.
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