Una silla, una alfombra, la enumeración sin paso e
inagotable de múltiples cosas; un hormiguero infinito deja sin defensas a cualquier habitación: los pies aumentan
hasta perderlos y se es capaz de sentarse en ellos sin habitar. Parece que es
posible recordar sentado pero estar sentado es ya un simple recuerdo que se
olvida. Las gafas se sostienen sin necesidad de pensar en nada, luego
desaparecen inútiles y no hay cabeza ni rostro que puedan sujetar un gesto; ni
visión. Respira porque sí. Emerge expirado un sonido tubular. Se agota. Se
detiene toda huella en el aire mineral. El sol refleja el desierto en pura piel
sonora. Atravesando las partículas de polvo, sólo la escucha aborigen.
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